No tengo ni siento espíritu navideño hoy desnudo mi alma

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Hoy vengo con un propósito muy claro, desnudar mi alma en torno al título de este post: 

No tengo ni siento espíritu navideño hoy desnudo mi alma

 

No tengo ni siento espíritu navideño hoy desnudo mi alma

La idea original de este post era otra: La primera navidad sin ti no es igual y nunca más lo será…

Pero conforme iba a escribirlo he sentido la necesidad de ir más allá.

Necesitaba dejar salir algo que lleva muchos años encerrado dentro de mí y que muy pocas personas saben…

Para que todo tenga sentido empezaré por el principio para contar mi historia:

Jamás he sentido o he vivido el espíritu de la navidad como lo veo en muchas familias cercanas.

Supongo que de pequeña tendría ilusión por la navidad, las vacaciones, las luces de colores, los regalos…

En mi infancia, o al menos desde donde yo recuerdo con nítidez y claridad, la navidad para mi ha estado teñida por la tristeza y el tabú de la muerte.

Es un hecho que me ha acompañado y me ha marcado para siempre y hoy tomo consciencia de ello y reconozco que es así, tras analizar mi propia historia.

Todo que ha supuesto para mí durante todo este tiempo, mi relación con la navidad y con estas fechas…

 

Si me preguntas por la navidad a mi mente no viene la típica estampa navideña, sino una imagen sombría de una casa antigua y caras tristes…

Un recuerdo muy claro que puedo volver a revivir y sentir sin cerrar los ojos, un momento crítico en el que mi bisabuela se debatía entre la vida y la muerte.

En aquellos momentos habían algunos familiares que querían seguir como si nada pasara, pero sí pasaba y el ambiente no era de alegría sino que era triste y sombrío…

La vida de la matriarca se apagaba poco a poco…

Durante aquellos días en los cuales el resto del mundo festejaba con alegría, con ella se acabaría una parte de la familia, se romperían muchos lazos, como ocurre en numerosas familias cuando mueren los padres…

Los días previos a nochebuena, el día de navidad y los días siguientes las idas y venidas al hospital sin mejorías.

Las caras tristes eran cada vez más evidentes y aunque era pequeña me percataba de que no iba bien la cosa, pero me mantenía al margen porque tampoco sabía cómo gestionar todo aquello que yo percibía.

El día 29 de diciembre mi bisabuela fallecía coincidiendo con el cumpleaños de su hijo pequeño, es decir, mi abuelo, con lo cual no hubo ánimos ni ganas de celebraciones en los días siguientes…

 

Por aquel entonces, todavía no habían tanatorios y se velaba a la persona que fallecía en su casa, antes de ser enterrada o incinerada según fuera la decisión de la persona difunta.

Yo no fuí al hospital a ver a mi bisabuela, ya que no me dejaban entrar por la edad y el horario de visitas para niños era restringido, además la planta en la que estaba tampoco era el mejor lugar para que una niña estuviera allí.

Por ello, sentía una gran necesidad de darle un beso, decirle un último adiós, ya que no la vería más…

 

A pesar de las advertencias de mi madre de que no estaba como yo la recordaba y preguntarme varias veces si estaba segura de ello, le dije que sí con firmeza y rotundidad.

Quería darle un último beso y despedirme, algo que me dejó un poco en estado de shock, evidentemente mi bisabuela no estaba como yo esperaba y la imagen que vi me impactó mucho durante bastante tiempo.

Nada más verla en el ataúd toda de negro, como ella solía vestir, de luto riguroso, desde que se quedara viuda de su marido años atrás.

Por tanto, siempre la he conocido de negro, con el pelo blanco y su moño siempre perfecto, pero aquella mujer parecía otra, no parecía mi yaya…

La besé, sentí su frío cuerpo y por un lado me quedé tranquila al poder despedirme de ella, aunque las noches siguientes veía su imagen cada vez que cerraba los ojos y durante mucho tiempo cuando iba a su casa pasaba corriendo por aquella habitación, sentía miedo no sé a qué pero era pánico pasar sola por allí…

 

La vida siguió y con ella un gran silencio y un gran tabú sobre la muerte, sobre las emociones y las sensaciones vividas allí aquellos días…

Recuerdo estar a los pocos días de nuevo en su casa, mientras mi madre y mi abuela arreglaban su habitación.

Yo salí un rato a jugar a la calle y una vecina de mi bisabuela vino cabreada a decirme que no tenía vergüenza estando de luto y yo allí jugando…

No lo entendí en aquel momento, sí es cierto que no se encendía apenas la tele, que había mucho silencio y la tensión se cortaba con un cuchillo.

Pero yo no tenía capacidad en ese momento para entender la magnitud de lo ocurrido y las tradiciones del luto en un pueblo pequeño, era mi primer contacto de cerca con la muerte y habían muchas preguntas sin contestar, muchas incógnitas por resolver…

En casa, desde ese momento las navidades nunca fueron igual…

De hecho no recuerdo las navidades anteriores, ni las siguientes…

Me doy cuenta ahora, que tengo lagunas en ese sentido y no sé si algún día recobraré esos momentos olvidados de algún modo…

Han pasado muchos años desde ese momento y sé que hay gente que no lo entiende y que no lo va a entender, tampoco lo hago para que lo entiendan.

 

No tengo ni siento espíritu navideño y cada año me cuesta más…

 

Pensaba que cuando tuviera un hijo lo viviría de otra forma y lo haría por él, que es lo que suele pasar y lo que se suele hacer normalmente. Pero cuando llegó el momento nada cambió tampoco…

 

Es cierto que un año, cuando mi peque tenía unos 3 años hicimos alguna manualidad para poner algún adorno en casa y el año pasado compramos nuestro primer árbol de navidad con bolas de colores.

Ver su cara de felicidad al montarlo fue un momento muy bonito, pero no cambió mucho la situación o al menos no cambió mi forma de sentirlo y vivirlo.

 

Pero este año no tengo ganas, no lo siento, no me apetece, no quiero celebrar la navidad…

Hoy justo hace 6 meses que falleció mi abuela, que era y sigue siendo una de las personas más importante en mi vida, y en mi existencia y a pesar de tener muy presente su recuerdo, no me apetece nada adornar la casa, no tengo espíritu navideño y no puedo hacer algo que no siento…

Además, estoy muy dolida conmigo misma, a mi mente viene la navidad pasada en la que no pasé con ella la nochevieja por estar con otros familiares que sí se podían desplazar, no como ella que no podía andar…

Como en años anteriores si habíamos hecho y además tuve una corazonada a la cual no hice caso y fue que esa sería la última navidad que pasaríamos con ella y me arrepentí y me arrepiento de no haberla pasado a su lado.

Además el resultado no fue el esperado y me dolió mucho estar separada de mi familia, la que cuento con los dedos de una mano, pero que nunca me falla y a la cual esa noche yo si les fallé…

Me quiero quedar con otros muchos momentos que hemos vivido juntas y en los que ha sido muy feliz y yo de verla, pero una vez más con la espina de la navidad…

 

Sé que a mi alrededor hay personas que no lo entienden y no lo van a entender nunca y lo respeto al igual que pido respeto para mí.

Para ellos la vida sigue, claro que sigue, pero para mí no es sólo una fecha en el calendario, no es sólo una celebración.

Precisamente es ver, sentir y tomar consciencia entre lágrimas, escribiendo, reviviendo y recordando una parte de todos estos años vividos.

Tengo una herida emocional que lleva años y años abierta y nunca he sido capaz de ponerle nombre como lo hago hoy.

Nunca he reconocido el motivo de mi negación ante celebrar la navidad, creo que las circunstancias y lo vivido era mucho más fuerte que yo y no era capaz de verlo.

No era capaz de llamar a las cosas por su nombre y de reconocer que tengo que sanar esas emociones y esa parte de mi pasado con las que llevo luchando más de 25 años y que afectan a mi presente.

Son muchos años de tristeza interna, de ponerme una máscara y seguir como si nada para encajar socialmente dentro de estas fechas…

Son muchos recuerdos grabados a fuego que han marcado mi vida, la relación con mi familia, la visión o la percepción de situaciones que para mí son normales porque es lo que he vivido y que sin duda necesitarán de otros tantos para ir sanando…

 

Hoy desnudo mi alma a través de estas líneas, que muestran parte del camino que he recorrido yo…

 

El camino que ha marcado la muerte en mi vida, las fechas señaladas, la huella que ha dejado en mí, la herida que hoy soy capaz de ver y de asumir y reconocer que está ahí…

Podría cambiarlo todo fingiendo y hacerlo de otra forma engañándome a mi misma, pero no me sale, no lo siento y no es así como lo quiero hacer, prefiero ir de cara, ser sincera, enfrentarme a mi misma y sanar mis heridas desde dentro.

 

Creo que esto es el principio de un cambio necesario dentro de mí, pero sin duda estas fechas son fechas muy señaladas que viviré de la mejor forma posible honrando y recordando a quienes no están y especialmente a mi abuela, que era como mi madre.

Para mí era mi mami, con ella se ha ido un pilar muy grande de mi vida, una gran amiga y confidente, una compañera de viaje maravillosa y sin duda un ser excepcional de la cabeza a los pies…

Tengo una satisfacción por lo menos dentro de lo cabe y es que a mi hijo le he hablado, ha vivido y ha presenciado por circunstancias de la vida que la muerte es parte del proceso normal de la vida.

A día de hoy sabe que el duelo es la forma de sanar las heridas del corazón y que hay que exteriorizar y nombrar las emociones cuando se sienten para que no nos dañen por dentro.

Sabe ser empático si me ve triste o si me ve llorando, sabe que hablar de quienes ya no están nos ayuda a transitar el duelo y es muy beneficioso.

Hemos hecho rituales juntos y sabe lo que son y para qué sirven. Al igual que sabe que tiene que preguntar todo lo que sea necesario para solventar sus dudas y evitar que le pase como me pasó a mí.

Conseguir que tenga una salud emocional buena ante la muerte, que no sea un tabú o al menos tenga información, recursos y sepa como poder actuar en cada momento sin quedarse paralizado…

 

Ahora tengo que sanar mi herida y aprender y descubrir lo que es el espíritu de la navidad para poder enseñárselo y transmitírselo a él.

No será de un día para otro, pero lo conseguiré al igual que he conseguido otros retos personales y he sanado otros duelos con cariño, paciencia, consciencia y amor…

Me despido así de este año y nos vemos a la vuelta, el año que viene cuando las celebraciones hayan finalizado y las aguas vuelvan a su cauce…

 

 


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