Tal día como hoy hace 14 años perdía la inocencia…

Hace 14 años me enteraba que estaba embarazada.
Era un viernes soleado de agosto. Iba a ser madre, me sentía muy ilusionada, feliz pero toda mi alegría e ilusión duraron muy poco…
Empecé a manchar, me fui al hospital y mi alegría acabó en lágrimas, dolor, soledad, incomprensión y un gran vacío en lo más profundo de mi ser.
Nadie en aquella habitación de urgencias fue capaz de demostrar una pizca de empatía en ningún momento durante o después de la consulta…
De hecho, si cierro los ojos recuerdo perfectamente las palabras del ginecólogo como cuchillos clavándose en mí, sin tacto, como si molestara…
Mi cuerpo no había sido capaz de sostener esa vida que crecía en mí y me culpaba por ello ( de hecho me culpé por ello durante bastante tiempo después )
Sentía que podía haberlo evitado y haber hecho algo más, pero en realidad no era así, aunque me autoculpaba…
No estaba en mi mano, hice todo lo que estaba a mi alcance en aquel momento de acuerdo a la información que tenía y conocía (sin duda hoy con lo que he aprendido y vivido, habría actuado de otro modo pero en aquel momento no supe/pude hacerlo de otro modo).
En aquel instante se me cayó todo encima, no era lo que esperaba en aquel día soleado de agosto…
Descubrí en primera persona que un embarazo no siempre acaba con un bebé en los brazos…
Descubrí el otro lado de la maternidad. Ese lado oscuro del que nadie te habla ya que la muerte es un tema tabú y más aún cuando es un bebé que crece dentro de ti…
Descubrí que ser madre socialmente solo cuenta cuando tienes un hijo vivo o que figura en el libro de familia…
Descubrí que yo también era madre aunque no tenía a mi bebé creciendo dentro de mi, poco a poco decidió salir de mi, nació y me dejó con el alma rota, los brazos vacíos y mirando a la muerte cara a cara, ya nunca sería igual…
Descubrí una maternidad paralela en la que nadie quiere estar y a través de la cual nos transformamos, somos distintas, a veces incluso, raras para el mundo. Un mundo dentro del cual la vida ha de continuar y debes sonreír en lugar de llorar y sentir tristeza entre otras emociones…
Hoy 14 años después, he recorrido un camino largo, no ha sido sencillo pero tengo mucho que agradecer:
– A mi hijo
por elegirme como madre. Gracias a él aprendí que se puede transformar todo el dolor en amor y a pesar de no tenerlo conmigo siempre formará parte de mi vida y de mi familia 


– A mi tribu 

A cada una de las personas que llegaron a mi vida como la luz al final del túnel en un momento tan doloroso y oscuro, especialmente a Mónica Álvarez, siempre le estaré agradecida por enseñarme el camino para sanar mi dolor
Nunca seremos las mismas, perdimos la inocencia, nuestros hijos murieron en nuestro vientre, con muy pocas horas o meses de vida y sin tener la oportunidad de vivir junto a ellos…
Toda una vida para honrarte y recordarte
Julia Bernal Arroyo