Acompañamiento al final de la vida consciente y respetuoso

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Acompañamiento al final de

la vida consciente y respetuoso

 

Al final de la vida, convergen emociones y sentimientos mezclados entre sí…

A veces es una mezcla a partes iguales y otras en una medida desproporcionada que nos cuesta aceptar y asumir, al encontrarnos ante algo que no podemos controlar o gestionar de forma eficaz…

Miedo, amor, inseguridad, calma, angustia, sosiego, frustración, paz… Una noria de emociones y sensaciones que conviven en nuestro interior mortal.

Ante este momento decisivo en nuestras vidas y en las vidas de quienes nos rodean es importante contar con un:

Acompañamiento al final de la vida consciente y respetuoso

 

Un compañamiento al final de la vida consciente y respetuoso, pero también que sea ético y moral, ¿dónde está cada punto y cómo actua cada uno en un momento tan frágil y delicado?

Dos téminos, que a veces en ese acompañamiento al final de la vida no se compaginan y es complicado encontrar un punto de equilibro ante ambos…

Algo que según en que lado estés puedes percibir de un modo u otro, según si eres quien está al final de la vida o bien eres quien acompaña y provee de cuidados a esa persona.

En este camino encuentras a profesionales para los que solo eres un número, un historial y una patología terminal, nada más, no hay sentimientos, no hay empatía, no hay respeto…

Muchas veces no hay un acompañamiento al final de la vida consciente y respetuoso para la persona que va a morir y tampoco para la familia, a pesar de saber lo que ocurre, a pesar de ser consciente de la situación y conocer la fragilidad de la vida que se escapa ante sus ojos…

A pesar de transitar su propio duelo de forma anticipada, ven como quien debe apoyarlos y/o facilitar cuidados asistenciales no lo hacen no hay un acompañamiento al final de la vida desde la ética y la moral y es algo para reflexionar.

Se sienten solos ambos paciente y familiares, lo único que se puede hacer es poner una reclamación, una tras otra, para que al menos quede constancia de algún modo de lo que sucede en muchos casos por escrito.

Pero la vida mientras, se consume y ese profesional sigue sin atender al paciente con respeto, con empatía y tampoco cumple el juramento hipocrático que hizo en su día.

Un juramento público, que hacen las personas que se gradúan en medicina. A continuación comparto uno de los varios que existen:

Versión del Juramento Hipocrático de Louis Lasagna

 

Una versión del juramento muy utilizada actualmente, sobre todo en países anglosajones, es la versión redactada en 1964 por el Doctor Louis Lasagna, Decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Tufts.

El texto, en su traducción al castellano, dice así:

 

Prometo cumplir, en la medida de mis capacidades y de mi juicio, este pacto.

Respetaré los logros científicos que con tanto esfuerzo han conseguido los médicos sobre cuyos  pasos camino, y compartiré gustoso ese conocimiento con aquellos que vengan detrás.

Aplicaré todas las medidas necesarias para el beneficio del enfermo, buscando el equilibrio entre las trampas del sobretratamiento y del nihilismo terapéutico.

Recordaré que la medicina no sólo es ciencia, sino también arte, y que la calidez humana, la compasión y la comprensión pueden ser más valiosas que el bisturí del cirujano o el medicamento del químico.
No me avergonzaré de decir «no lo sé», ni dudaré en consultar a mis colegas de profesión cuando sean necesarias las habilidades de otro para la recuperación del paciente.

Respetaré la privacidad de mis pacientes, pues no me confían sus problemas para que yo los desvele. Debo tener especial cuidado en los asuntos sobre la vida y la muerte. Si tengo la oportunidad de salvar una vida, me sentiré agradecido. Pero es también posible que esté en mi mano asistir a una vida que termina; debo enfrentarme a esta enorme responsabilidad con gran humildad y conciencia de mi propia fragilidad. Por encima de todo, no debo jugar a ser Dios.

Recordaré que no trato una gráfica de fiebre o un crecimiento canceroso, sino a un ser humano enfermo cuya enfermedad puede afectar a su familia y a su estabilidad económica. Si voy a cuidar de manera adecuada a los enfermos, mi responsabilidad incluye estos problemas relacionados.

Intentaré prevenir la enfermedad siempre que pueda, pues la prevención es preferible a la curación.

Recordaré que soy un miembro de la sociedad con obligaciones especiales hacia mis congéneres, los sanos de cuerpo y mente así como los enfermos.

Si no violo este juramento, pueda yo disfrutar de la vida y del arte, ser respetado mientras viva y recordado con afecto después. Actúe yo siempre para conservar las mejores tradiciones de mi profesión, y ojalá pueda experimentar la dicha de curar a aquellos que busquen mi ayuda. 

 

 

Ante un momento tan frágil esperas encontrar: apoyo, empatía, sinceridad, humanidad…, en quiénes saben y trabajan la medicina.

O deberían saber que: la medicina no sólo es ciencia, sino también arte, y que la calidez humana, la compasión y la comprensión pueden ser más valiosas que el bisturí del cirujano o el medicamento del químico.

Tu solo eres un mero espectador, un cuidador las 24 horas del día, los 365 días del año, en los cuales sufres, te desgastas emocionalmente, físicamente, anímicamente, pero sigues luchando, tu no puedes decaer…

En ocaciones la enfermedad te obligua a hacer un máster en un tiempo express, porque cuando necesitas atención y no la tienes, tienes que buscar tus propios recursos, ya que tienes a una persona que depende de ti…

O más bien, su vida, depende de tus cuidados y con ellos una gran responsabilidad ética y moral como cuidador, como familiar, como padre, como madre, como hijo, como hermano…, hacia otro ser humano que te necesita.

Es complicado hacer ese Acompañamiento al final de la vida sin ética y moral, sobre todo cuando tienes un vínculo  con la persona que está al final de su vida.

Ante tu impotencia, tu frustración y tu dolor uno de los profesionales te dice: “No tienes que preocuparte por nada, todo es normal y no se puede hacer nada más…”

Cuando una persona va a morir, mi pregunta es:

¿Qué hay que hacer, dejar que esa persona se muera sola como un perro, sin la atención y los cuidados pertinentes? O bien ¿proporcionarle todos esos cuidados y atenciones hasta que su vida se consuma como se consume una vela?…

¿Quien se encarga de esos cuidados? ¿Los médicos, los cuidadores? ¿Ambos? ¿Nadie?

 

Hay muchos profesionales maravillosos que hacen una labor excelente, tanto profesional como humana y eso deja huella tanto en la persona que se va, como en la que se queda.

!!Gracias a todos ellos, que hacen que el proceso no sea más duro, de lo que ya es por sí solo!!

 

Pero hay otros, que no se pueden llamar profesionales y que simplemente se dedican a ocupar un espacio sin cumplir su función y desgraciadamente es así. (Hablo con conocimiento de causa desde mi propia experiencia personal)

 

Tener una buena calidad de vida, incluso cuando estás agonizando también es importante, y eso no lo hacen solamente los cuidados médicos, sino la familia, la persona que cuida al enfermo 24 horas al día y 365 días a la semana.

El cariño, la empatía, las miradas, el respeto, el no sentir desprecio, asco, la dulzura en el trato aún cuando tienes que repetir lo mismo 50 veces…

Es un trabajo multidisciplinar, en equipo, en el que la familia cuenta o al menos así debería ser, aunque en muchos casos no lo es.

Hay familias que quieren saber más, que quieren actuar desde la consciencia y también hay otras familias que no están preparadas para implicarse y solo hay que respetar el proceso de cada individuo o clan familiar.

Cuando ves que no se cumple nada de lo que te dicen, cuando las palabras se las lleva el viento y no hay actos o hechos que te demuestren que cuando hay errores luego se de una rectificación. Un mal día todos lo podemos tener, si, pero no todos los días con la misma persona.

 

Trabajamos con personas que sienten y tienen emociones, no con cajas vacías…

Cada día cuando te levantes y vayas a tu trabajo piensa: ¿Qué trato te gustaría para ti?

Piensa en la vela que se consume, cada uno tiene la suya propia en el momento oportuno y cada uno decide cómo actuar tanto como receptor de esos cuidados como en el Acompañamiento al final de la vida

Acompañamiento al final de la vida ética y moral, tú qué opinas?

 

 

 

 

Un abrazo!!


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